Aunque nadie lo quiera, el tiempo en alianza con la vida,
dibuja las tenues sombras de las pequeñas arrugas, para hacer recordar sin
querer que el anochecer cierne sobre quienes no quieren ver, es lo natural.
Un día cualquiera, de camino hacia el olvido, tomó un
pequeño desvío al descanso de los pequeños recuerdos que se encontraban
ahogados por el fracaso de quién quiere olvidar aquello que nunca fue. A lo
largo del camino encontró un asiento donde derrumbó su cuerpo, sacó de su
bolsillo un pequeño reproductor de música, presionando sobre el botón “Reproducir”
una cálida melodía inundó de recuerdos y esperanzas que un día fueron el tesoro de su corazón. A medida que la música daba los últimos compases hacia su fin, una a una sus lágrimas navegaban libres hacia el suelo por
el llanto de lo que tanto esperó y nunca apareció, el amor.
Parando el leve sonar de la música, elevó su cuerpo y
continuó su camino, de vez en cuando miraba a su alrededor observando que
grandes rosales sin flores y cubiertos de espinas adornaban el paisaje, la
visión de aquel lugar solo lograba atormentar aquel cansado corazón. Mirando
fijamente aquel montón de espinas, sus pies se acercaron hacia aquellos espesos
rosales sin flores, metiendo con cuidado sus brazos sobre aquellos grises
tallos, observó en lo más profundo pequeñas rosas que irradiaban color y olor,
flores ocultas ante la vista que escondían aquello que no se veía, una pequeña
belleza.
Seguidamente, tomo entre sus manos una de aquellas flores, la
observó y entendió, su mundo y sus habitantes buscaban todas aquellas rosas sin
espinas, esbeltas y coloridas, ¿por qué? Qué más da la respuesta, mientras que aquellas
bellas rosas volaban en brazos y besos de palabras de amor eterno, las manos de
quienes la tomaban no estaban libres del peligro de lo que no se ve, pues tras
el intenso rojo de los pétalos mil espinas dispuestas a clavarse estaban, en
cambio, él se encontraba envuelto entre un matorral de espinas, esperando que
alguien, como él, buscara en aquello que nunca vió y encontrara la rosa que
tanto quería tener y ahora en su vida y mano estaba.