Cada atardecer dejaba sus dedos caer sobre las tibias arenas
de aquel lugar, en ellas, dejaba dibujado un mensaje a quién encontrara y
quisiera leer. Día a día sucedía lo
mismo, sin mensaje ni respuesta en la arena hallaba, aún así, volvía a trazar
las líneas que conformaban aquellas ocultas palabras entre los granos de
aquella inmensa playa, para que el mar las envolviera entre sus aguas mientras
las miraba como quién no saber leer.
Un día, el mar envuelto en la curiosidad que pintaba aquellos
trazos, preguntó por el contenido de esas letras, sentándose en la arena,
contempló las agitadas aguas sedientas de respuestas, .-Cada día escribo para no olvidar.-, respondió, sin embargo, el mar
seguía sin entender y quiso saber aquello que no quería olvidar, .-Lo que soy, cada ser va más allá de lo que unos simples ojos pueden ver, pero lo olvido y me transformo en el alma triste de
quién no logro ser, cada día vengo a esta playa y escribo todo aquello de lo
que me siento orgulloso y me hacer ser quién soy. Porque como el mar borra las
huellas de mis palabras yo borro de mi quién soy para intentar ser quién no soy.-