El viento robaba la arena de aquella blanca playa mientras
mi mirada seguía al ladrón con gran curiosidad, de repente, mi mente tradujo la
situación en una palabra, esperanza. ¿Qué relación tiene la esperanza con cientos
de granos en el aire?, al principio no veía lógica alguna, a medida que los
segundos se escapaban de mi reloj comencé a entender, comprendí que la esperanza es el viento que
movía aquella arena, entendí que cada uno de aquellos granos de arena
representaba una persona, por primera vez, sentí la esperanza.
Irónicamente, la esperanza puede ser una gran aliada o
enemiga, es posible que la esperanza no exista y sea una simple palabra creada
por el ser humano para continuar respirando un día más esperando que su vida
cambie en un mañana que no existe, no lo se, lo único que tengo claro es lo que
yo siento, por tanto, puedo decir que la esperanza es un papel creado por el
humano, un papel interpretado por la casualidad o destino, la esperanza es el
viento que sopla sobre una vida en el momento oportuno, elevándola sobre los
cielos, mostrándole que existe más playas sobre las que descansar, nuevos
lugares y posibilidades. El viento, ese gran ente al que llamo esperanza roza
nuestros cuerpos diariamente, lo acaricia y lo mima, nos muestra mil falsas imágenes
que pueden transformarse en realidad, nos hace soñar con el paraíso dentro de
la más terrible pesadilla, en definitiva, un elixir imaginario plagado de
sabores envueltos en enigmáticos sobres
con nuestro nombre como destinatarios.
Sea lo que sea la esperanza, solo os puedo dar un consejo,
más que un consejo un pensamiento. En los momentos más oscuros, al mirar atrás, el sentir que lo esperado no es lo que vives, cerrad los ojos, no
deseéis que la situación cambie, no sintáis una esperanza creada por la
desesperación, simplemente recordad, transportaos a vuestras sonrisas más
prematuras, recordar que los tesoros o grandes momentos se encuentra en los
gestos más pequeños, rescatad aquellos luceros que un día iluminaron tu niñez
en forma de miradas, volved a poner en marcha esas luces, preparad la maleta
con todos vuestros fracasos y triunfos, luego caminad, dejaos arrastrar por la
suave brisa, convertíos en esos granos de arena y volad, transformad ese
sentimiento de esperanza en una meta, miradla a la cara y acariciadla con la
ternura de vuestras manos, avanzad hacia ella y decirle, .-No soy más de lo que ves, no soy
la mejor persona, pero dame tu mano, hagamos de este pequeño roce un nuevo
camino, porque el miedo a perder lo tengo, pero más miedo me da el pensar el no
cederte mis calientes manos.-
En resumen, la esperanza es un bonito sentimiento, pero no
un alimento, el alimento que nutre la esperanza está en superar los
miedos, en arriesgar, el no escondernos, en dar un paso adelante aún a riesgo de fracasar, de ser sinceros con uno
mismo, ahí se esconde la verdadera esperanza.