Un desierto, eso era lo único que separaba mi mundo de la
realidad, árido y cruel, formado por aquellos sueños que un día decidieron no
llegar, mientras desesperadamente buscaba con la mirada aquellas gaviotas que
en volandas robaron los sueños de una niñez. Perdido entre las dunas de mi
pasado, saciando la sed con la lluvia de las estrellas, buscaba entre puertas
de arenas una pequeña semilla que plantar en este y mío desierto, pequeña
semilla que prometías en mis sueños más voraces, una felicidad condicionada al
tacto de tus blancas y brillantes manos, junto a dos pequeños rubíes capaces de
convertir el alma de este Indiana Jones de la vida en la respuesta que tanto buscaba,
respuesta luchadora de secos interrogantes, batallas sonadas al ritmo de
explosivos volcanes, acompañados de latidos de esperanza envejecida con años
simulando arrugas en un rostro y cuerpo que marchita día a día, buscando
perdidamente beber de la juventud eterna del rocío de tu voz, esperando que el leve
manantial de tus lágrimas bañe este perdido trozo de arena, devolviendo a sus
sendos pasos aquellos brotes de realeza que un día te imaginaron, que un día te
crearon y formaron sin conocer el nombre que bañaba tus imaginarias líneas.
Sendos y alejados caminos dibujaban mis borrados pasos,
haciendo de mis pies pequeños bombillos que engañados te buscaban en la
oscuridad de tu sombra, oscuridad agigantada por el miedo de que la pequeña luz
de mis piernas cayeran desplomadas y fueran arrastradas al Edén de los
mortales, paraíso de promesas vanas, promesas
celestiales de aguas eternas, verdes enredaderas de almas gemelas bailando al
ritmo de blancas nubes, mientras mi alma descansa en la más alta esfera del cielo rogando al sol creador que me muestre el brillo de tu candidez, no se
si fueron los ruegos tras tantas eternidades, que el regalo de tu luz me fue brindada y absorbida por mis mortales ojos.
Así pasaron los siglos y vidas, caminos de recuerdos ya
olvidados, pero el eterno regalo de tu ser nunca fue borrado de mi alma. Hoy
la vida reboza mi alma, sigo imaginándote día a día, no se donde te
encontrarás, ni tu disfraz carnal, pero un día, miraré en lo más profundo de tu
ser, te volveré a descubrir, me acercaré y te hablaré, quizás de mi voz
escuches miedos templados, no te asustes ni huyas, pues solo querré dedicarte
un por fin te encontré, un por fin encontré la semilla del desierto que dará
vida a mi oasis, un por fin te encontré que cuidaré entre temblorosas manos
hasta que esta nueva vida decida separarnos de este mundo azul y envolvernos en el as de la vida para
regalarnos en otra eternidad, quizás, otra vida sin ti, otra vida buscándote y encontrándote, hoy que rozas mis
manos, prepara para beber del elixir de la felicidad al lado de este perdido explorador
que admira cada milímetro de tu ser, hoy o mañana te encontraré.
La idea que da cuerpo a esta entrada nació tras una
conversación que mantuve ayer con un gran amigo, y por ello, te la quiero
dedicar a ti, compañero de fatiga y de roba exámenes… menos mal que nadie
conoce nuestra identidad y no pueden delatar nuestra época de ladrones de
exámenes... hablando de buscar y robar exámenes, querido amigo, con las almas
gemelas, o más simple, con el amor, sucede igual, no decaigas en tu búsqueda,
no se donde, ni quién, pero en algún lugar te estará esperando esa chica, y te
puedo asegurar que será una auténtica afortunada. Me veo al típico listo
pensando, .-Anda ya Linex, ¿por qué no predicas con el ejemplo y te pones a buscar
una que te aguante? Quizás, la encuentres por Marte o más allá.- pues
decirte que vas un paso por detrás, tengo Marte, la Luna y todo el Planeta
Tierra controlado, ¿por qué crees que lanzan los satélites al espacio?, es que…
siempre voy por delante…
Antes de que mis dedos finalicen esta entrada, recordarte viejo amigo que puede que mis palabras suenen a una visión infantil e irracional del amor, pero créeme, mil experiencias vividas y años que dejan surco en mi, pero mi meta por muy infantil o estúpida que parezca a muchos, jamás dejaré de seguirla y sentirla, porque recuerda, nadie, pero nadie, tiene el derecho a juzgar tus metas, sueños y pensamientos, porque todo este conjunto es lo que te hace ser único y exclusivo, así que sueña como si fuera el último día, lucha como si no hubiera batalla perdida, busca y espera tu senda, no lo olvides.
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