sábado, 11 de mayo de 2013

Tras el Espejo


La luz incidía sobre el cristal del espejo que decoraba su habitación, jugando con luces y sombras, su imagen quedaba reflejada sobre el impoluto vidrio, mostrando una silueta alimentada por la seguridad y la ambición de derrotar su mundo. 

Cerrando la puerta de su casa, miraba aquellos que dejaban su fragancia a su paso, observaba un amplio mundo lleno de prisas, las dudas e inseguridades volvían a nacer, destronando así al hombre que había quedado atrapado en aquel espejo.

Tomando la autopista y desnudando sus miedos se embarcó en el naufragio de un cansado existir que navegaba en botella vacía hacia los confines de lo desconocido. Avanzaba lentamente entre la multitud de conductores de ardientes enfados a la vez que fantaseaba en cómo sería su vida si realmente fuera la persona que quedó atrapada tras el cristal de su habitación, ¿quién soy yo? Se preguntaba, ¿por qué mi ímpetu queda encerrado tras mi visión?

No era feliz, o eso creía, nunca realizó las preguntas correctas, nunca paró a pensar en el significado de la meta felicidad, su mente agrietaba la paz de los cementerios con los guerreros muertos de las utopías, ¿qué era su vida?, ocho horas de trabajo necesarias para sobrevivir, una familia de la que ocuparse tras llegar a casa, un baño y una cama vestida de mujer que lo esperaba para soñar abrazados, esa era su vida, ¿qué fallaba? ¿qué quería?

Mientras esperaba que el sueño rescatara su mente, pensaba en horizontes a los que llegar, metas personales, libre para caer muerto en donde quisiera, buscar y andar sobre los caminos que nadie se atrevió a cruzar, pero… todo ello eran palabras, sueños de ciencia ficción disfrazados por cansancios de una vida carente de realismo, ni el mismo sabía en que objetivos físicos o realistas cumplir aquello que no sabía pero añoraba.

Así pasaron los días, meses y años, aquel ser que deseaba ser quedaba atrapado en el reflejo del espejo, su otro ser movido por los mecanismos de la rutina buscaba respuesta o exculpación al malestar del inconformismo, nada es perfecto, pero, ¿sabéis que pensaba cada día aquel hombre lleno de seguridad y con gran sonrisa que quedaba enjaulado en las fauces del espejo?, algo simple, ojalá tuviera la vida y las oportunidades de aquel que añora ser yo.

Puede que enfrascados en la meta de la felicidad ignoremos que esta no existe, que la felicidad en nuestra mente se viste de todo aquello que no tenemos, de los alientos de vida que imaginamos que pueden existir, desterrando de este modo todas aquellas vidas, momentos y posibilidades que tenemos en nuestras manos de no solo hacernos feliz, sino de no necesitar la palabra felicidad.

No hay comentarios:

Seguidores