martes, 25 de febrero de 2014

Tu carretera.

El oscuro asfalto vestía de un manto tenebroso unas líneas que prometían el destino hacia un lugar desconocido pero ansiado, lleno de melodiosas promesas creadas en la imaginación de aquel que sueña con acariciar los trazos de las estrellas.

Día a día, caminaba sobre el negro desierto vestido de carretera sin el desasosiego de perderse, ¿de qué preocuparse? Tan solo debo seguir el camino marcado, pensaba felizmente mientras mil soles y mil lunes saludaban a los pasos que quedaban atrás sin vestigio de existencia.



En su mente descansaban miles de interrogantes sobre aquella carretera, ¿cómo será su final?, ¿qué me encontraré?, como decía, muchas preguntas, cero respuestas, muchos sueños y no hacerse la pregunta adecuada, ¿hacia dónde quiero ir?

Debía de ser otoño, pues las hojas amarillas devoraban el frío asfalto mientras su pies lloraban de cansancio cuando en un instante, al mirar el frente, creyó ver un espejismo, se frotó los ojos, pero esa imagen seguía ahí, fija e inamovible, no se evaporaba como las pesadillas que gritaban sus miedos ocultos cada vez que la luna reinaba a las estrellas. Ante su presencia la carretera mostraba una bifurcación, dos caminos que podía tomar, izquierda o derecha, su cabeza haciendo bruscos movimientos buscaba desesperadamente un cartel que indicara claramente qué camino tomar…. Pero no encontró ninguno, ante si, una carretera con dos caminos hacia lo desconocido, ¿hacia dónde debo ir?...se preguntó… otra pregunta equivocada…  ¿qué camino tomó?, la respuesta quizás no importa tanto sino volvió a plantear la pregunta adecuada, ¿hacia dónde quiero ir? 

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