Toda historia tiene un principio y un final, muchas acaban
con gratas palabras rodeadas de grandes y emocionantes momentos que jamás se
volverán a narrar, en cambio, otras tantas acaban en el pozo del
fracaso, un lugar oscuro, lúgubre y lleno de fantasmas personales a los que
aferrarse en forma de excusas, errores y sentimientos llenos de mentiras.
Así comienza esta historia, nuestros dos protagonistas, un
día encontraron sus manos entre las casualidades del destino, tal coincidencia
la interpretaron como una señal de los altos Dioses, el faro de la vida
alumbraba hacia sus corazones trazando en el cielo las ilusiones de un futuro
largo y eterno, pero… jamás pensaron que el amor es eterno solo mientras dura…
Presas del deseo, fueron creando días y días, muchos de
ellos llenos y rodeados de amor, pasión y ternura, apretando sus corazones con
vanas promesas de un para siempre, cosían sus pestañas con el fino hilo de lo
ilusorio mientras juntos anhelaban en lograr que la llama que un día bordeó sus
corazones no se extinguiera por el extintor del tiempo.
Puede que el tiempo convertido en el antihéroe de aquella
relación comenzara a tintar las líneas de un final anunciado, debo corregir,
puede que la costumbre, los errores diarios que jamás intentaron ser resueltos,
lograron que la perspectiva de un sentimiento de amor eterno no se cumpliera en
uno de los dos, de este modo, se comenzó a plantar dudas sobre abandonar el
tren en plena marcha, dudas y preguntas que aparecían y alejaban mientras
guiados por los instintos más animales sellaban sus bocas a la vez que se
prometían a ciegas amor y futuro agarrados a inciertos te quieros. Pero un día,
uno de los dos, suplicó a los cielos que fuera liberado de esa prisión, libre
de ese jodido y derrumbado mundo de dos.
Llegó el fin de la historia, otra más entre tantas que
acaban firmadas bajo las gotas de lágrimas derramadas, lo que antes eran dos,
ahora solo es uno, una marchaba y otro se quedaba, es posible que quién marcha
lleve consigo todo el aire dejando al otro sin aire para sobrevivir. Aquí, en
este punto, dio inicio una nueva historia, nuevas líneas que pasarían por
estados muy variados, una historia sin final pactado…
Solo y hundido, escuchaba aquellas canciones de las que
disfrutaron juntos, miraba con añoranza aquellas fotos en las que un día
existieron sonrisas y planes en dos
cuerpos, pensaba y pensaba a la vez que deseaba tener un día más junto a la
persona que escapó entre el huracán del adiós… La tristeza embargaba su
presente en busca de todo aquello que hizo mal, pues puede que en ese momento y
de forma errónea creyera que los errores solo estuvieron en su mano, sea como
sea, a medida que el tiempo pasó, la pena se transformó, evolucionaba en odio,
un odio hacia quién ya no estaba, todas aquellas canciones de amor que antes le
hacía volar, ahora, al escucharlas sabía que todas ellas estaban llenas de
mentiras, su mente no dejaba de buscar
respuestas de por que aquello se acabó, quizás se llenaba de excusas vanas sobre
el final de aquel amor sin comprender que lo peor de que el amor se acabe es
que se acaba.
Declarando un odio infinito, continuó su vida, una vida
llena de no olvidar y de rencor, cegado, no lograba ver que cada segundo que su
odio lo dominaba no le dejaba ser el mismo ni deleitarse con lo que la vida le regalaba a cada momento. Con muchos fantasmas atados a su
espalda, su vida continuó, rodeado de una ilusión de futuro, sentía como la
realidad era amarga, era un monstruo en libertad que huía de nuestro
protagonista, aún así, su odio sobrevivía lleno de orgullo y arrogancia,
batallas vacías contra si mismo llenas de vergüenza por honor. Un día, cansado
y desmotivado, sentado en un banco, un lugar donde había compartido parte de su
vida junto a la desertora que tanto odiaba, en ese momento, esa mujer que formó
parte de su vida se abrazaba a un galán, sonreía, otros tantos te quiero salían
de aquellos labios, otras tantas promesas galardonadas de mentiras vestían sus
inmaculadas sonrisas, a la vez que ella le susurraba cuanto tiempo lo había
estado esperando, notaba como para ella estaba muerto, curiosamente, su odio no
fue más que miles de frágiles plumas de cristal que sobrevolaban su cabeza rompiéndose
en miles de trozos, entendiendo que el odio ya no existía, comprendiendo que
aquello que sentía era indiferencia, puede que en ese momento, su corazón y
sentidos levantaron lanzas y puños para vencer ese odio y entender que no era
odio lo que sentía, sino un ¿por qué no vuelves a mi lado?
Con la historia ya acabada, me gustaría de forma más clara
dar mi visión, no soy un gran entendido en el tema ni pretendo serlo, pero
puede que cuando una pareja es rota por uno de los bordes, el odio que planea
sobre el miembro restante no es más que la forma de disfrazar un sentimiento de
amor, una manera de matarlo y creer que ya está olvidado, por ello, no creo que
del amor al odio solo sea separado por dos pasos, más bien diría que del amor, al amor disfrazado de odio hay un pequeño salto, además, creo con firmeza que
la indiferencia y querer volver a ilusionarse es el indicativo más claro de que
todo ha muerto, que las cenizas han sido arrojadas a lo más profundo de
nuestras mentes y sentimientos, al final, cuando llegamos al final de un camino
debemos de tomar la determinación de aceptarlo y buscar un nuevo sendero,
aceptar la realidad antes de ser aplastado por algo a lo que no se poner
nombre. Como dije, no soy un entendido en el tema, pero creo que mirar al
futuro, soñar y sentir como el destino te presenta oportunidades es sinónimo de
pasar página completamente, sin odios, pues en un final no hay un culpable, ni
dos, solo hay eso, un final.
2 comentarios:
Owww! Me encantó. Tu forma de escribir me emocionó tanto...
me emosiono me hizo emosionar tanto que hasta llore
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