lunes, 26 de noviembre de 2012

Elige tu Final - Petición


Lo que viene a continuación es una solicitud de un lector.

La sangre se unía a las frías gotas de sudor mientras resbalaban por unos brazos que aguantaban un  herido cuerpo sobre el frío suelo de la verdad, en un nuevo esfuerzo, alzó su mirada encontrándose con su invencible y sonriente enemigo.  Herido y vencido por las mismas armas de siempre,  levantó su ánimo al unísono que su cuerpo decidiendo elegir su propio final.

Días antes de lo descrito, cansado de los altos muros que nublaban su ciega visión, levantó un teléfono, marcó un número, tras varios tonos se encontró con una dulce voz que decía, .-En este momento no puedo atenderte. Deja tu mensaje tras escuchar la señal.- , rompiendo las voces calladas ocultas en su propio mar, dejó un mensaje lleno de intenciones, .-Hola, soy yo, los tiempos cambian pero mis derrotas siempre son las mismas, año tras año, día tras día. Sueño con mundos posibles pero imposibles, los mismos miedos que marcaron un futuro imperfecto se han transformado en mi presente, por ello, te dejo este mensaje de despedida, un mensaje que hoy nos separa, hasta siempre pasado.-


Recordando al aliado de los años, entendió que el tiempo mata sin previo aviso, miró su reloj comprobando como su asesino avanzaba amenazante a un nuevo futuro. Olvidando los Edenes de inexistentes estrellas compañeras, sacó un pequeño y blanco papel de una mochila llena de fracasos engullidos por todo aquello que jamás intentó, en él, dibujó la nueva carretera de su vida, sueños por cumplir, momentos que vivir y escaleras infinitas llenas de quimeras inalcanzables.

Motivado, a la vez que la balada del espejismo le anunciaba una nueva vida, dio un paso al frente hacia nuevas derrotas, finales e historias, a diferencia de su pasado, hoy, decidió perder en el intento de alcanzar la efímera meta de la felicidad.   

A lo largo de su nueva historia encontró tesoros llenos de ilusión decorados con las joyas y lanzas de la derrota, mundos de amores platónicos se derramaron sobre su deshilachada alma, victorias enmarcadas cerraron las cicatrices de sus pesadillas. Tras su largo andar, descubrió el arma más poderosa, luchar por un trozo de su verdad. Sonriente, derrotado y victorioso miraba continuamente el horizonte que marcaba un inseguro, duro y salvaje camino, lleno de enemigos sin honor que apuntaban por la espalda sin piedad, maltrechos senderos donde los fuertes no apostaban por ellos mismos, aún así, decidió que lo importante no era intentarlo, sino llegar.

Cansado de recibir los golpes de un destino que tenía la partida servida antes de nacer, sonreía continuamente, a su manera, era feliz por el simple hecho de sentirse vivo, por levantarse del andén y  decidir tomar el último vagón de un tren con destino no definido, jugando los dados de las decisiones llegó a la puerta de un leve destello llamado felicidad protegido por su mayor enemigo, contrincante que narramos al inicio de la historia, su propio miedo.

Cuando la felicidad amenaza una vida, perderla es lo más sencillo, pues siempre intenta escabullirse de mil maneras mientras nosotros la nutrimos con nuestros propios temores, ayudándola a escapar. Pero hoy no, pensaba mientras miraba fríamente a su miedo, hoy mi final lo decidiré yo, no habrá huida ni rendición, solo victoria o derrota. El miedo, sabiamente le mostró su vida, años y años de eterna duda, de no acción y lágrimas derramadas sobre ríos del desánimo, golpeándolo fuertemente y constantemente hasta que besó el suelo teñido de su propio sudor y sangre.

Mientras sus brazos sustentaban en la penumbra su cuerpo, su enemigo se acercaba dispuesto a darle el golpe de gracia. Poco a poco, logró mantenerse sobre sus piernas, sabía que recibiría un golpe mortal para su batalla pero a diferencia del pasado, sintió orgullo por estar frente a frente al terror a equivocarse y de la incertidumbre, así pues, mirando con burlona risa a su rival esperó el golpe que lo haría retroceder de lo que huía, pero no sucedió, sin saber como, su invencible rival se esfumó dejando al descubierto la puerta pintada con el breve color de una posible felicidad, ¿la lograría?. 

La moraleja de esta historia es simple, hay que tener los cojones de luchar contra el miedo e intentar alcanzar lo que "creemos" que nos hará feliz, sin temer a la derrotas, porque serán ellas las que no lleven al sueño que tanto se espera alcanzar.

No hay comentarios:

Seguidores