lunes, 19 de noviembre de 2012

Historia de una Botella - Relato solicitado


La suave marea bañaban los desnudos pies de un pensativo joven, las agujas del reloj movían y trasladaban al mundo hacia el futuro de los confines, las suaves olas rugían las leves estrofas de una imaginación asentada en la luz del alba. Una ola rompió en sus pies con el cristal de los sueños, sus pies se encontraron con la compañía de una pequeña botella. Rescatado del Edén de su mente, miró y atrapó con sus desnudas manos aquella náufraga botella, con cierta curiosidad, observó como un pequeño papel era protegido por el cristal de lo incierto. 

Destapando el corcho de aquella sellada botella, retiró el tapón que vestía aquel cristal, con cuidado rescató el blanco papel que habitaba en su interior, sus dedos lo acariciaba a la vez que un breve y misterioso mensaje nacía antes sus ojos; “Te busco y te encuentro, me miras y me borras, me sueñas y me condenas al olvido.”  El final de la nota dibujaba en letras un país, lugar, fecha y hora.


Su mirada se posó en el calendario, dos días separaban su cuerpo de la fecha señalada. Una carta de amor, pensó con una sarcástica sonrisa. La noche marcó el cansancio de aquel joven, el sueño se apoderó de su ser, su cuerpo cayó en aquella tierna cama que tantas noches cuidó. El color oscuro despareció de sus sueños, un lugar desconocido y una silueta dictaron las tres horas de un profundo sueño, mientras el sol despertaba al mundo, una frase quedó grabada en su mente; “Estaré esperando”.

Despierto e intranquilo, decidió marchar tras aquella nota, la curiosidad lo dominaba, ¿qué perder?, pensaba, era un disparate o una tontería, aún así, sentía como aquel papel se transformaba en la vacuna de la esperanza. Decisión tomada, maleta preparada y vuelo hacia lo desconocido.

Su mirada se fundía con el azul mar que sobrevolaba  aquel ruidoso avión, no dejaba de pensar en la tontería que estaba haciendo, ¿qué hacía?, perseguir las huellas de un fantasma que un día lanzó al mar un mensaje sin destinatario ni remitente.  Las horas volaron junto a su cuerpo a lo largo y ancho del mundo, su mente despertó de su idilio, el avión tomaba tierra sobre una nueva y desconocida tierra. Sus pies caminaron hacia el taxi más próximo, aquí, marcó y señaló  sobre el papel su destino final, el conductor presionó el acelerador de aquel viejo y oxidado taxi. Horas después, una larga playa le hacía recordar el paisaje que su sueño mostró, dos horas más y su curiosidad sería saciada, ¿qué ocurriría?, posiblemente nada, aún así, se descalzó e introdujo sus pies en las interminables aguas que desprendían aquel esperanzador aroma a sal. 

El tiempo no se detuvo, la hora final se acercaba, unos minutos separaban un encuentro, el tiempo pasó, el encuentro no se produjo, desmoralizado y roto, alzó su cuerpo, ojeó el horizonte y no encontró más compañía que su silueta desdibujada en la fría arena. Hora de marchar, pensaba a la vez que su pierna izquierda hacía un primer movimiento de retirada… cuando un sólido objeto se precipitó sin piedad sobre su pie derecho. Dolorido y extrañado, miró al suelo, encontrando una nueva botella contenedora de otra nota. El papel se deslizó plácidamente de la botella hasta llegar a sus manos. Un nuevo mensaje decía; “Me buscas y no me encuentras, te miro y te borro, te sueño y te condeno al olvido”, ¿qué macabra broma era esa?, desconcertado puso marcha de vuelta a casa. 

Días pasaron y el recuerdo de una loca aventura quedó relegado al silencio y olvido. Una noche como cualquier otra, se reunió con sus amigos en el bar que tantas risas e historias había escuchado. Entre risas y copas, divisó en la barra una frágil y morena silueta, risueña, hablaba y reía junto a unas amigas. Dos furtivas miradas chocaron, fue solo un segundo, pero el joven quedó impregnado, su voz fue protegida por un ejército de ángeles, mientras sus amigos observaban divertidamente su comportamiento, animaron e insistieron en que se acercara hacia aquella frágil chica, negadamente decía, ¿para qué?, no tengo nada de especial, ¿por qué tendría que hacerme caso?. Derrotado por el pesimismo, decidió ahogar sus miedso entre vasos y vasos de alcohol, así pues, elevó la mano, una camarera tomó nota del elixir del olvido solicitado por aquel habitual cliente. El pedido llegó minutos después, el vaso decoraba las manos de aquel autodestruido muchacho, al levantar la copa, observó como una servilleta se desprendía del fondo, curiosamente, desnudó aquella servilleta mientras observaba un texto que decía; “Nos buscamos y nos encontramos, nos miramos y nos borramos, nos soñamos y nos condenamos al olvido.” ¿Era una señal? No lo sabía, pero el valor y el amor propio despertaron, se levantó de la mesa, se encaminó hacia aquella dulce y tierna silueta, perdona, dijo tímidamente, si, respondió su ángel, ¿el final de la historia?, se resumen en, se buscaban y se encontraron, se miraron y jamás se olvidaron, se soñaron y se condenaron juntos al futuro.

Este relato viene a través de la solicitud de un lector, si, aunque no lo creáis… hay gente que visita el blog y nos solicitan entradas. El lector nos hacía saber su miedo a no arriesgarse a dar un paso cuando una chica llama a su vida, miedo de no ser lo que esa otra persona espera, o mejor dicho, se preguntaba, ¿qué puedo yo ofrecer o qué tengo de especial para convertirme en único para esa persona?, por ello hemos querido contar una breve historia con moraleja sobre el tema, en resumidas cuenta, te lanzo una opinión personal, no tienes nada de especial que otros no le puedan ofrecer, dudo que seas el mejor amante que haya tenido esa persona, no serás el primer ni último guerrero que duerma en ella. Con todo esto, quiero decirte, que para gustar a una persona no tienes que ser el mejor en apariencia, forma de ser o actos, solo tienes que ser tu, aunque no lo creas eres especial, pero no tu solo, sino cada uno que habita este planeta. No olvides que siempre hay alguien que te busca, pero no esperes sentado a que llamen a tu puerta y declaren un amor eterno, porque no pasará, se valiente y consecuente, arriesga, ganarás o perderás, pero cuando veas a ese ser que te impregna, levántate, acércate y di un hola, ¿lo que viene después?, solo tú, nos lo podrá contar. Para finalizar, no siempre se gana, así que, no te rindas jamás.

Ahora si que llegamos al final, para la siguiente entrada… traeremos… La Biblia de los Tíos, parte 2. No os la perdáis!!!

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