Recibí un correo donde un chico que no quiere que aparezca
su nombre en el blog, cosa que entiendo, ni yo mismo quiero que salga mi nombre
en el blog, aunque ya mostré mi rostro en el videoblog de la entrada 70… a lo
que voy, nuestro anónimo lector nos ha pedido una entrada amorosa para su
chica, así que… manos a la obra, y, anónimo lector espero que le guste a tu
novia… hablando de novia, ¿no tendrá alguna amiga soltera?, pregunto… ya veo a
más de uno pensando lo salido que es el Linex, ni puta idea tenéis.
Como cada día, miraba el mar de nubes con la esperanza de
que un Dios trazara con los dedos del destino el camino a tus invisibles
brazos. Miraba y miraba pero no hallaba respuesta, caminé por el camino de lo incierto hasta llegar al muelle de lo
inexistente, amarrada, en la orilla me esperaba una barca de aspecto ruinoso al
igual que la fría soledad que bañaba el alma de este viajero sin rumbo.
Montándome en la barca, recorrí ríos de grandes rocas disfrazadas
por los rechazos que los brazos de mi impulsivo corazón remaron con gran brío,
los días pasaban, los paisajes cambiaban, pero nuevos muelles donde descansar
no logré ver. Las cenizas de mil
hogueras nublaban el brillo de la luna, robando de mis ojos el único mapa de navegación
que mi ilusión dibujaba sobre el firmamento de lo inverosímil.
Sin destino ni bandera, sin muelle donde atracar, me lancé
sobre las aguas que me rodeaban, nadé y nadé hasta hallar la verde tierra que
albergaba las vidas de tantos seres con impolutas sonrisas, luego, hice un pacto de silencio, me exilié con mi
interior buscando un no se que.
La noche ardía por el ferviente batir de alas de una manada
de ángeles, volaron y volaron hasta encontrarme, me envolvieron en su manto de
plumas de cristal, sacándome del olvido, me elevaron a las grandes esferas de
la vida, de la realidad, me rescataron de la oscuridad de mis pensamientos
disfrazados por el miedo a la soledad y al fracaso. Desde el espeso manto de blancas torres un
rayo de sol señaló entre lo más profundo de un río que recorrí durante años, un
río adornado por miles de rocas llamadas decepción, entre ellas pude ver una
barca de oscura pintura donde una larga melena bailaba al ritmo del sigiloso
viento que actuaba como única compañía.
Desde lo más alto del mundo, envidiaba al sol por tocarte y
acariciarte con sus luminosos rayos.
Decidido y valiente, salté sin paracaídas al lugar que los hombres llaman
hogar. Sobre la firme tierra busqué aquel lugar donde pudiera encontrarse ese amor
que nunca había sido realidad, aquella melena que fue la ficción de la
existencia de mi búsqueda. Las noches pasaban mientras adornaba en la fría tierra tu
silueta con mis dedos, te imaginaba cada mañana y te buscaba entre jardines de
invernaderos.
El tiempo pasó, comenzaba a pensar que el amor era pecado,
la pena se transformaba en gélidas lágrimas que me daban de beber. Un día más,
partí en tu infructuosa búsqueda, en mi corazón nació la creencia de que nunca exististe,
el tiempo avanzaba marchitando flores y sueños adolescentes acompañados del
buen vino de la nostalgia, pero… un buen día, un pequeño gorrión voló sobre mi
cabeza, posándose sobre mi hombro izquierdo, me atravesó con su oscura mirada
haciéndome entender que debía seguirlo. Mis pies volaron a la vez que las alas
del pequeño gorrión bañaban el claro cielo. Horas y horas de caminos sin fin, pero al final te
encontré, tu cuerpo se mecía al ritmo de las leves olas, tu dulce aroma
iluminaba aquel pequeño claro, te tenía delante, ¿ahora qué? Pensaba, el miedo
poseyó mi cuerpo, las preguntas vestidas de realidad se clavaban como flechas,
preguntas tales como, ¿por qué le gustaré?, soy uno más entre tantos, ¿cómo
actuaré?, ¿seré yo mismo o fingiré lo que nunca he sido?, entre dudas y dudas,
mi cuerpo se sentó a tu lado, un tímido, .-hola.-
nació en mi boca y murió en tu oído.
Aquí comenzó una nueva historia, nuestra historia, ahora
bien, no todo fueron batallas ganadas, aún recuerdo tus dudas, tus ansias
búsquedas de encontrar otras personas que no llevaran mi nombre, tus miedos,
besé el suelo mil veces, cuando todo parecía ir bien la vida en forma de tus
palabras me arañaban con fiereza, los frutos que conseguía eran robados por tus
preguntas internas, aún así, una nueva estrella nació en el firmamento, un centelleante
cuerpo que llevaba nuestros nombres, recuerdo su brillo inicial, a penas se
veía, en cambio, hoy la miro y veo que se ha convertido en la más brillante,
posiblemente sea porque tus ojos se reflejan en ella cada noche. Desde aquello, hemos
caminado muchos años de la mano, no se si seré tu mitad o no pero en el riesgo
está la respuesta y quiero conocerla, por eso, hoy quiero que recuerdes nuestra
historia porque seguramente el futuro y la vida en forma de huracán nos separé
dejándonos en puntos opuestos, pero nunca olvides que todo este tiempo ha sido
tu vida y la mía.
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