viernes, 7 de diciembre de 2012

Recuerdos de un Principio - Solicitud


Recibí un correo donde un chico que no quiere que aparezca su nombre en el blog, cosa que entiendo, ni yo mismo quiero que salga mi nombre en el blog, aunque ya mostré mi rostro en el videoblog de la entrada 70… a lo que voy, nuestro anónimo lector nos ha pedido una entrada amorosa para su chica, así que… manos a la obra, y, anónimo lector espero que le guste a tu novia… hablando de novia, ¿no tendrá alguna amiga soltera?, pregunto… ya veo a más de uno pensando lo salido que es el Linex, ni puta idea tenéis.

Como cada día, miraba el mar de nubes con la esperanza de que un Dios trazara con los dedos del destino el camino a tus invisibles brazos. Miraba y miraba pero no hallaba respuesta, caminé por el camino de lo incierto hasta llegar al muelle de lo inexistente, amarrada, en la orilla me esperaba una barca de aspecto ruinoso al igual que la fría soledad que bañaba el alma de este viajero sin rumbo.

Montándome en la barca, recorrí ríos de grandes rocas disfrazadas por los rechazos que los brazos de mi impulsivo corazón remaron con gran brío, los días pasaban, los paisajes cambiaban, pero nuevos muelles donde descansar no logré ver.  Las cenizas de mil hogueras nublaban el brillo de la luna, robando de mis ojos el único mapa de navegación que mi ilusión dibujaba sobre el firmamento de lo inverosímil. 


Sin destino ni bandera, sin muelle donde atracar, me lancé sobre las aguas que me rodeaban, nadé y nadé hasta hallar la verde tierra que albergaba las vidas de tantos seres con impolutas sonrisas, luego,  hice un pacto de silencio, me exilié con mi interior buscando un no se que. 

La noche ardía por el ferviente batir de alas de una manada de ángeles, volaron y volaron hasta encontrarme, me envolvieron en su manto de plumas de cristal, sacándome del olvido, me elevaron a las grandes esferas de la vida, de la realidad, me rescataron de la oscuridad de mis pensamientos disfrazados por el miedo a la soledad y al fracaso. Desde el espeso manto de blancas torres un rayo de sol señaló entre lo más profundo de un río que recorrí durante años, un río adornado por miles de rocas llamadas decepción, entre ellas pude ver una barca de oscura pintura donde una larga melena bailaba al ritmo del sigiloso viento que actuaba como única compañía.

Desde lo más alto del mundo, envidiaba al sol por tocarte y acariciarte con sus luminosos rayos.  Decidido y valiente, salté sin paracaídas al lugar que los hombres llaman hogar. Sobre la firme tierra busqué aquel lugar donde pudiera encontrarse ese amor que nunca había sido realidad, aquella melena que fue la ficción de la existencia de mi búsqueda. Las noches pasaban mientras adornaba en la fría tierra tu silueta con mis dedos, te imaginaba cada mañana y te buscaba entre jardines de invernaderos. 

El tiempo pasó, comenzaba a pensar que el amor era pecado, la pena se transformaba en gélidas lágrimas que me daban de beber. Un día más, partí en tu infructuosa búsqueda, en mi corazón nació la creencia de que nunca exististe, el tiempo avanzaba marchitando flores y sueños adolescentes acompañados del buen vino de la nostalgia, pero… un buen día, un pequeño gorrión voló sobre mi cabeza, posándose sobre mi hombro izquierdo, me atravesó con su oscura mirada haciéndome entender que debía seguirlo. Mis pies volaron a la vez que las alas del pequeño gorrión bañaban el claro cielo. Horas y horas de caminos sin fin, pero al final te encontré, tu cuerpo se mecía al ritmo de las leves olas, tu dulce aroma iluminaba aquel pequeño claro, te tenía delante, ¿ahora qué? Pensaba, el miedo poseyó mi cuerpo, las preguntas vestidas de realidad se clavaban como flechas, preguntas tales como, ¿por qué le gustaré?, soy uno más entre tantos, ¿cómo actuaré?, ¿seré yo mismo o fingiré lo que nunca he sido?, entre dudas y dudas, mi cuerpo se sentó a tu lado, un tímido, .-hola.- nació en mi boca y murió en tu oído. 

Aquí comenzó una nueva historia, nuestra historia, ahora bien, no todo fueron batallas ganadas, aún recuerdo tus dudas, tus ansias búsquedas de encontrar otras personas que no llevaran mi nombre, tus miedos, besé el suelo mil veces, cuando todo parecía ir bien la vida en forma de tus palabras me arañaban con fiereza, los frutos que conseguía eran robados por tus preguntas internas, aún así, una nueva estrella nació en el firmamento, un centelleante cuerpo que llevaba nuestros nombres, recuerdo su brillo inicial, a penas se veía, en cambio, hoy la miro y veo que se ha convertido en la más brillante, posiblemente sea porque tus ojos se reflejan en ella cada noche. Desde aquello, hemos caminado muchos años de la mano, no se si seré tu mitad o no pero en el riesgo está la respuesta y quiero conocerla, por eso, hoy quiero que recuerdes nuestra historia porque seguramente el futuro y la vida en forma de huracán nos separé dejándonos en puntos opuestos, pero nunca olvides que todo este tiempo ha sido tu vida y la mía.

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