Esta historia no es real, aún así, es una circunstancia que
se da día a día…
“¿Recuerdas la primera
vez que nos vimos?, yo la revivo claramente, como si fuera ayer, de hecho, lo
sueño cada día de mi vida mientras mis ojos saludan un nuevo día y te observan
como tu respiración descansa plácidamente sobre nuestro aguerrido colchón.
Mi pasado se tiñó de
auténticas tonterías para que vieras en mi más que aquella hermosa amistad, no
fue fácil, recuerdo tantas decepciones que pintaron mis ojos en grises lágrimas
mientras hablabas de otros, cuando soñabas con otras bocas, pero sin conocer lo
que te hizo cambiar de opinión, se que un día el amor nació en ti y mi corazón
brindó contigo con copas doradas de imaginario champán.
Los años pasaron,
nuestras manos se abrazaban a diario entre miradas que escondían emociones en
palabras que el hombre jamás podrá inventar ni nombrar. Nuestras bocas
señalaron un futuro de dos, un futuro lleno de abrazos e ilusiones, tal fue así
que, un día me encontré ante el altar al lado de un ángel blanco que vestía tu
nombre con la suave seda de lo mágico.
Éramos felices y la
vida nos regaló en forma de nueve meses a nuestro primer hijo, fue una experiencia inolvidable, nueve meses
llenos de esperanzas, sonrisas y lágrimas, ¿recuerdas cuando me hiciste
recorrer toda la ciudad por aquel sabroso helado de chocolate?
Un frío día de Octubre,
la vida se abrió paso desde tu interior, nació nuestro primer niño, recuerdo tu
cara de cansancio y felicidad, la primera vez que su ligero cuerpo acarició tus
suaves brazos, lo abrazaste con una ternura angelical. Poco tiempo después, la
vida decidió brindarnos otro regalo disfrazado en otros nueves meses que
dibujarían una silueta femenina, nuestra hija.
Los años pasaron, los
cuatro éramos especiales, nuestras vidas nunca se basó en lujos solo en
momentos inolvidables diarios, aún me pregunto, ¿hay mayor tesoro que ese
sentimiento?
El tiempo avanzaba
entre campanadas de fin de año, hasta llegar un día, un día donde un papel con
la palabra despedido me acompañaba a la puerta de mi trabajo, ¿el motivo?, algo
llamado crisis. Ese día tras llegar a casa y dar la maldita noticia, me
miraste, sonreíste y me diste un gran abrazo, .-Tranquilo, con mi sueldo podremos
vivir, además pronto encontrarás algo, vales mucho.- dijiste, pero tu profecía no llegó, la palabra crisis
separó tu cuerpo de tu trabajo, mis curriculums visitaban la papelera de cada
empresa.
Los años pasaron, tu
sonrisa nunca acababa pero el trabajo no llegaba, un día el dinero se nos acabó
y nuestra casa fue robada por unos ladrones legales llamado Bancos, todo por lo
que habíamos luchado caía al pozo de lo imprevisible, finalmente acabamos en
casa de nuestros padres.
La situación no
mejoraba, aunque tu mirada de enamorada y sonrisa de saldremos de esta nunca
fue robada de tu cara, aún así, sé que cada noche encerrada en aquella
habitación llorabas de tristeza, lágrimas que se clavaban en mi pecho como
cuchillos oxidados por el tiempo de la falsa esperanza. Era consciente que
nuestros padres tenían deudas y más deudas, sobrevivir cada mes era un
infierno, las empresas seguían sin llamarme, nuestros hijos nos miraban y
hacían preguntas que no sabíamos responder.
Un día, dejé de
sentirme persona, me sentí solo un número, los políticos hablaban de recortes y
más recortes convirtiendo nuestras vidas en derrotas continuas, los políticos
de nuestro país sacrificaban vidas y vidas por mantener lujos y más lujos,
recuerdo nuestros debates, sus medidas carecían de sentido alguno, bueno, no
tenía sentido para nosotros… porque para ellos eran medidas necesarias para
tener sus bolsillos llenos de oro a base de la sangre de otros.
Pero cariño, hoy llega
un cambio, hoy empezaréis una nueva
vida, no siempre te fui sincero, pues he guardado un secreto, ¿un secreto?, te
estarás preguntando, un día, hace muchos años, iba caminando plácidamente por
la calle, cuando un joven me asaltó con un seguro de vida, tras escucharlo
decidí hacerme ese seguro, ¿por qué? Supongo que me dio pena el chaval, la
cuestión es que me lo hice y lo mantengo.
Un día te prometí y
jure que mi vida se basa en tres tesoros que cuidaría hasta la muerte, tu vida
y la de nuestros niños, no puedo soportar ver como tú, nuestros niños y padres
pasan hambre y malviven día tras día. A pesar de que alce mis puños contra los
incompetentes ladrones de guante en blanco que dominan nuestro país… el
resultado fueron calles ensangrentadas por nuestros cuerpos rodeados con la
palabra derrota.
Pero hoy, hoy será
distinto porque podréis tener un plato de comida delante de la mesa cada día.
Hoy ha sido mi fin, no volveré a casa, no volveré a respirar, no te volveré
acariciar ni besar, pero ese inesperado seguro de vida junto a la futura
pensión de viudedad que te espera os dará un futuro, os dará una vida que
disfrutar. Puede que pienses que soy un cobarde, pero no lo hagas, aunque no lo
creas… mi único miedo para no hacer lo que he hecho es saber que no volveré a
estar al lado vuestro, es algo que me tortura y mata mientras escribo estas
líneas, hoy perderé aquello que más quiero, pero… como comenté en líneas
anteriores, hace tiempo que dejé de sentirme persona para convertirme en un
número y hoy lo culminaré, tengo más precio muerto que vivo, por ello, escribo
esta despedida, un adiós para decirte que eres lo que más he querido en la
vida, me has dado lo que nunca pensé conseguir, ser feliz al lado de la mujer
más especial que ningún Dios podrá volver a crear, ojalá existieran mil vidas
más para vivirlas de nuevo a tu lado…
Despídeme de nuestros
hijos, diles que me fui lejos, muy pero
que muy lejos porque conseguí un trabajo, diles que cada noche mirarán la misma
luna y estrellas que yo, que cada segundo estarán en mi corazón, nunca les diga
esta verdad.
Un favor, sed felices…
hacedlo por mi.
Te quiere un alguien
que un día lograste sentir especial y único.”
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